El Málaga venció justamente al Espanyol en un partido en el que los malaguistas mostraron más intensidad pero su juego sigue sin convencer.
Cierto es que llegaba un Espanyol crecido, en racha y en posiciones europeas. Pero el equipo perico, es más que blandito defensivamente. Eso demostró el Málaga, marcando el primer gol en los primeros compases de partido.
Internada de Monreal (por fin titular) tras pase magistral de Cazorla, de esos que sólo están al alcance del asturiano y de algún que otro jugador más de la roja. El lateral malaguista llegando en velocidad, ponía el balón perfecto para que fuera inalcanzable para la zaga catalana y llegara a Rondón que libre de marca estrenó su cuenta goleadora de la temporada.
Hay que resaltar las actuaciones del propio Rondón, que la mala suerte hizo que no se fuera con un doblete, incluso un hat-trick; y la de Monreal, que fue durante los 90 minutos un puñal para la zaga espanyolista por la banda izquierda.
El empate del Espanyol llegó (cómo no) a balón parado por obra de Álvaro Vázquez. Pase perfecto de otro gran lateral, Didac.
Ya en la segunda mitad, con el Espanyol con once jugadores sorprendentemente viendo los palos que daban durante todo el partido, llegó la jugada polémica: balón al área del Espanyol que sale rechazado y remata Cazorla siendo blocado por Romaric dentro del área con la mano. Penalti y gol de un Apoño que aún se antoja no indultado del todo.
A los que digan que el partido fue un robo, más les valdría ver una jugada previa al penalti donde Cazorla recibe una falta dentro del área espanyolista que el árbitro se encargó de sacarla fuera. También pueden fijarse en la colección de patadas y jugadas duras que dedicaron los pericos a los jugadores malaguistas.
Victoria justa del Málaga que espera certificar su presencia en la parte alta de la tabla venciendo el próximo sábado a otro equipo andaluz, el Betis.
Romaric, protagonista de la jugada del penalti que decidió el Málaga-Espanyol, cambia de discurso. El centrocampista echaba chispas tras el encuentro insistiendo que no había tocado el balón con la mano, sino que éste impactó con su rostro, concretamente en su ojo derecho. Pero ahora se retracta. El costamarfileño reconoce que toca el cuero con la citada extremidad, pero se excusa: lo hizo para protegerse la cara. "Es cierto que toco la cara con mi mano pero creo que es imposible pitar penalti por esto. Durante el partido de la semana pasada hubo dos jugadas igual y no pasó nada. El árbitro me dijo que tenía el ojo hinchado por otra jugada", dice.
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