François Hollande y Nicolás Sarkozy,
los dos candidatos a las elecciones presidenciales francesas del domingo,
depararon anoche un debate denso, tenso e intenso, apasionante a ratos, lleno
de datos y de contenido económico, que reflejó la diferencia de estilos,
soluciones y visiones del mundo. Sarkozy, por detrás en los sondeos, se mostró
agresivo, faltón y enérgico, y Hollande aguantó los embates con educación, y a
base de ironía, firmeza y serenidad se apuntó los mejores golpes. El socialista
empezó abotonado y formal, pero fue creciendo hasta doblegar a su adversario en
muchos pasajes. La sensación fue que Sarkozy entró pensando que perderá el
domingo y salió convencido de ello. Hollande, muy sólido, avanzó un paso más
hacia el Elíseo, prometió que el 7 de mayo presentará su plan para aprobar un
pacto de crecimiento en Europa, y afirmó: “No podemos imponer la austeridad
generalizada”.
Hollande defendió con más convicción
que Sarkozy sus ideas, y atacó con eficacia el flanco débil del presidente
candidato (su gestión). Sarkozy se mostró al inicio muy colérico, tanto que a
veces pareció en posesión de la verdad absoluta. Pero a ratos quedó desarbolado
por los argumentos de Hollande, que le retrató como un especialista en “hacerse
la víctima” y en “echar la culpa de sus errores a los demás”.
Uno de los momentos más enconados
llegó a la hora y cuarto de debate. Hollande había atacado las reformas de
Sarkozy diciendo que han sido injustas y han creado grandes desigualdades, y
puso como ejemplo los “regalos fiscales a los ricos”. Al citar su promesa de
contratar a 12.000 profesores por año, el socialista dijo: “Usted defiende a
los más privilegiados, y yo defiendo a los niños de la República”.
“Hay una diferencia entre nosotros”,
replicó Sarkozy. “Yo quiero menos pobres y usted quiere menos ricos”. Y
Hollande: “Pues ahora hay más pobres y los ricos son más ricos”.
Cuando el debate llegó al terreno
europeo, el presidente incurrió en su obsesión recurrente: José Luis Rodríguez
Zapatero, a quien hizo responsable de que “España pague el doble que Francia
por su deuda después de siete años de Gobierno socialista”. Hollande salió en
defensa del socialista español y le recordó a Sarkozy: “Cuando Zapatero estaba
en el poder le ponía usted de ejemplo, no es justo que ahora le trate así”.
Sarkozy respondió que Zapatero había sido “el único presidente que le ha
recibido en Europa”.
El gran desacuerdo sobre Europa
fueron los eurobonos. Hollande los defendió, el líder de la UMP se situó en
contra diciendo que si se aprueban “Alemania y Francia pagarán las deudas de
todos los demás países. Y yo no quiero eso”.
Hollande salió en defensa del ex
presidente español José Luis Rodríguez Zapatero
Tras un inicio dubitativo, el
candidato socialista fue enseñando los dientes cada vez con más eficacia, y en
el bloque de inmigración alcanzó quizá su cénit, al defender el derecho de voto
de los extranjeros y acusar a Sarkozy de alentar la política del miedo y de
defender ideas islamófobas en un país con cuatro millones de musulmanes, muchos
de ellos franceses.
Sobre la crisis, Hollande recordó que
Sarkozy ha sido presidente y ministro de Economía y lleva “diez años en el
poder”, y le afeó el récord de paro y de la deuda, el déficit comercial y el
haber contribuido a la decadencia de la industria francesa ante el empuje de
Alemania. Sarkozy se defendió con habilidad, interrumpiendo a su interlocutor
para destacar que Francia ha soportado mejor la crisis que muchos países
europeos, y subrayar que Alemania ha hecho lo contrario de lo que quiere hacer
Hollande en Francia.
El cara a cara mantuvo un alto nivel
de interés, y el diálogo fluyó con agilidad. Ambos se apoyaron muy poco en sus
papeles, y Sarkozy mostró su repertorio de gran fajador y trató de presentar a
Hollande como un dirigente inexperto, mentiroso e intolerante. Incluso le acusó
de decir calumnias, a lo que el socialista respondió que Sarkozy suele ser
“desagradable con sus interlocutores”, y que “eso es lo contrario de lo que
necesita el país”.
Hollande marcó el tono desde su
primera intervención: “Seré el presidente de la justicia”, dijo. “La crisis ha
golpeado a los más débiles, y los privilegiados ya han estado demasiado
protegidos; seré el presidente de la recuperación económica, porque el país
necesita ajustar sus cuentas públicas y volver a crecer; y seré el presidente
de la unidad, porque hemos vivido demasiada división”.
Sarkozy replicó: “Yo quiero otra
cosa, quiero que se diga la verdad, no palabras gastadas. Estamos ante una
decisión histórica, y no podemos permitirnos errar”.
Sarkozy mostró su repertorio de gran
fajador y trató de presentar a Hollande como un dirigente inexperto, mentiroso
e intolerante
El presidente dio la sensación de ir
perdiendo fuelle con el paso de los minutos. “No soy el único culpable”, fue
una de sus grandes líneas de defensa. “He sufrido la violencia de la izquierda,
del sindicato de magistrados, de la CGT que pide el voto para usted, violando
la tradición. Me han comparado con Franco, con Pétain, con Laval, incluso con
Hitler y usted no ha dicho nada”, se quejó.
“No se haga la víctima, señor
Sarkozy”, contestó Hollande. “Francia está herida, dividida, y muchas veces se
ha sentido así por sus palabras, por su actitud”.
El bloque de economía deparó una
animada discusión, con los dos candidatos atacando las carencias del otro. Pero
el momento más tenso llegó al final, cuando Sarkozy acusó a Hollande de haberse
lavado las manos en el escándalo DSK, y este contestó: “Yo no conocía su vida
privada. ¿La conocía usted? ¿Investiga usted la vida privada de sus
colaboradores? Yo no. Usted le apoyó para dirigir el FMI".
Según los últimos sondeos, Hollande
mantiene una clara ventaja de ocho puntos (54% a 46%). El presidente trató de
aparecer como el aspirante, y buscó poner contra las cuerdas a Hollande. Pero
el socialista sale del debate como el principal favorito para convertirse en el
segundo mandatario socialista de la Quinta República, tras François Mitterrand.